Las caras de un mismo conflicto

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Anónima entre la multitud una mujer entregó en los brazos del representante John Lewis a su pequeña vestida de blanco con un lazo rojo en su cabeza, mientras sus ojos se humedecían de emoción y el legendario luchador de los derechos civiles estampaba un beso en la mejilla de la infante.

A su lado, otra adolescente de cabellos castaños y piel canela devolvía el saludo de Lewis con una corta pero diciente frase: “Gracias por estar aquí…gracias por acompañarnos…”, le dijo en inglés y él cubrió con sus dos manos la mano de la niña que no podía ocultar su fascinación.

Un hombre le trajo a sus dos pequeños para fotografiarlos al lado de Lewis y éste los acarició como si fueran sus nietos y al hombre de piel oscura y marcado acento extranjero, le estrechó en sus brazos como si fuera su hijo.

Todos le decían, gracias, gracias, gracias…mientras Lewis, quien representa al distrito 5 de Atlanta ante el congreso federal, quería acercarse a todos, saludar a todos, atender a todos, y a todos les decía “sigan en la lucha”.

Lewis es uno de los ya pocos sobrevivientes de la época del doctor Martin Luther King Jr, aquel líder natural que luchó y ofrendó su vida a favor de los principios de igualdad en Estados Unidos, su movimiento en defensa de los derechos civiles partió la historia de la nación más poderosa del mundo en dos.

“Yo estuve varias veces encarcelado”, gritó Lewis, “Yo fui varias veces golpeado”, volvió a repetir, mientras casi 9 mil personas, la mayoría de ellos de origen hispano, le vitoreaban con alborozo, en la manifestación del 24 de marzo.

“Esta lucha tienen que seguirla”, dijo el representante entre la multitud que se agolpó para hacerse una foto al lado de él, y aunque no es la primera vez que participa en manifestaciones organizadas por la comunidad latina, esta vez él mismo bajó las escalinatas del capitolio para confundirse con los manifestantes.

La soledad del odio.

Mientras tanto, Donald A. King, un hombre que dejó su trabajo de Real State y sus ocupaciones comunes para vivir de una organización que autodenominó Dustin Inman Society,– en honor a un chico muerto en un accidente de tráfico-, y de esa manera fomentar el rechazo a los inmigrantes, no hizo pausa en buscar las cámaras y los micrófonos para ser entrevistado.

Lo logró en dos o tres oportunidades, pero volvía a quedar solo, seguramente aterrado por una multitud que quizá nunca pueda reunir ni dirigir. Ya antes lo intentó en varias ocasiones y desistió cuando se descubrió que pagaba a vagabundos y desamparados para que le acompañaran como “manifestantes”.

Este pasado 24 de marzo, hacía fotos de todos los participantes, iba de un lado, se sentaba en una banca de cemento y se volvía a parar, hablaba por su celular y otras veces simplemente se quedaba estático, como el perro que se ha cansado de ladrar a una sombra que le será inalcanzable.

La multitud que lucha por respeto a sus derechos humanos, por reconocimiento, por justicia, por igualdad, por razones valederas y no por mentiras, por causas honestas y no por calumnias, esa multitud a la que King desprecia, siguió gritando, protestando y exigiendo…y éste no tuvo más que hacer, sacó de uno de sus bolsillos algo que comer, volvió al cemento frio de la banca que había escogido y se fue como vino y como seguirá…solo…

1. El representante John Lewis figura del movimiento de Derechos Civiles a nivel nacional, fue objeto de muestras de cariño por parte de la comunidad presente en la pasada marcha del 24 de marzo.

2. Ajeno a lo que pasaba a su alrededor, este oficial que hace parte de la guardia del capitolio estatal, “textea” despreocupado mientras a sus espaldas, la figura de un D. A. King, solo, muestra la realidad de los que fomentan el odio.

Rafael Navarro

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