Gringos indignados

 Gringos indignados

Por Maria I. Perez

“Crear es resistir, resistir es crear”. Así termina el manifiesto “Indignaos” (Indignez-vous!) que Stephane Hessel, el diplomático, escritor y activista franco alemán de 93 años escribió y publicó a finales del año anterior, y que inspiró las revueltas que surgieron en Europa casi simultáneamente con los movimientos de la “primavera árabe” y que hoy se trasladaron a las mismas calles de la unión americana demostrando el poder ciudadano para expresar su inconformismo frente a la crisis económica que los afecta directamente.

Quizás muchos de los que se han concentrado en sendas manifestaciones pacificas en España, Grecia y varias ciudades americanas, desconocen los alcances del libro “Indignaos” (Time for outrage), ni siquiera conocen su origen o a su autor, pero los une el profundo mensaje de protesta que Hessel quiso plantear en el mismo.

Es bueno señalar que este franco alemán hizo parte de la redacción de los derechos humanos universales, luego que hiciera parte de la resistencia francesa contra los nazis, lo que le valiera ser recluido en un campo de concentración, del cual sobrevivió.

Precisamente, este conocimiento de la opresión, de la impotencia frente al yugo del poder, de su personal sufrimiento durante los años de la guerra, lo llevan a hacer un llamado a la juventud a luchar por las libertades y los derechos que tanto ha defendido a lo largo de su vida.

Como él mismo lo ha señalado se trata de hacer resistencia a la “opresión de una dictadura internacional real de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia” pero bajo los principios de la No Violencia.

No estoy muy segura si los que participan en las marchas y ocupaciones mencionadas comprenden la magnitud del proceso y más aun el manifiesto de Hessel, pero todos están finalmente “Indignados” porque parece que la paciencia social ya llegó a su límite, y cada uno tiene un motivo para protestar y porque sentirse enojado frente a la ineficiencia de los estados, de los gobiernos, por no llevar respuestas oportunas y eficientes a la sociedad y por favorecer a una minoría rica y unas pocas corporaciones económicas que han multiplicado sus fortunas y estrangulado la economía de la gran mayoría.

De hecho, los manifestante se han declarado el 99% de la sociedad afectada por la corrupción, la pobreza, las desigualdades, y solo un 1% de la población domina el escenario económico.

Con el lema: Ocupar Wall Street, (“Occupy Wall Street”), un grupo de al menos 100 “Indignados” decidieron acampar en inmediaciones del distrito financiero de la ciudad de Nueva York, allí al frente de la Bolsa de Valores, comenzó este movimiento que como pólvora se ha extendido a ciudades como Boston, Los Angeles, Nueva Orleans, Tampa, Seattle, Austin, Portland, y se habla que la organización ya cuenta con el apoyo de cientos de ciudades donde se expone el mensaje utilizando las redes sociales del internet, charlas, asambleas, y carteles, pancartas y diferentes medios de expresión en aquellos lugares donde ya hay sitios de concentración.

Pero lo que más conmueve de estas manifestaciones es su espíritu pacifico y la participación de jóvenes, adultos, niños y ancianos que no quieren dejar pasar la oportunidad de expresar el sentimiento de frustración que los agobia. Nadie tiene idea de cuánto durará este fenómeno ciudadano sin precedentes en la historia reciente americana.

Si bien es cierto que tal movimiento se produce cuando comienza a agitarse el ambiente electoral con miras a las elecciones presidenciales del 2012, los lideres espontáneos de OWS, han puesto distancia y aunque el mismo presidente Barack Obama, ha dicho que tales protestas son el resultado del mismo inconformismo que embargo a las clases menos favorecidas en la crisis de 1929 y ha criticado a los republicanos al no apoyar sus medidas económicas, los “Indignados” mantienen su posición de evitar que la clase política capitalice sus esfuerzos como movimiento ciudadano.

Pero, ¿por qué protestan los americanos? ¿Por qué están “indignados”? Si bien es cierto que como potencia mundial, Estados Unidos siguen liderando las reglas de juego en la política internacional y en muchas de las decisiones mundiales, también es cierto que en el plano económico, tales competencias no le pertenecen.

Las decisiones económicas hoy son reguladas por los intereses de las grandes corporaciones bancarias, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, que incluso influyen cada vez más en las inversiones y distribución de capital en el mundo y en la imposición de políticas económicas y sociales.

Pero el mal momento de la económica estadounidense la viven con más fuerza la clase media. El nivel de desempleo llega ya al 9.1%, los índices de pobreza han crecido en un 15.1%, el más alto de la historia después de la depresión del 1929. Sumado a esto, las políticas antiinmigrantes, las guerras de Irak y Afganistán, han demandado mucho más recursos de fondos federales que se nutren a su vez de los impuestos al pueblo americano.

La periodista y activista canadiense e invitada por los organizadores de OWS, Naomi Klein, ha señalado que el OWS, es el movimiento más importante del momento, pero advierte que este momento de crisis, “cuando la gente está presa del pánico y desesperada, y nadie parece saber qué hacer, es el momento ideal para sacar adelante la lista de deseos de las políticas pro-empresariales: la privatización de la educación y la seguridad social, reduciendo los servicios públicos, la eliminación de las restricciones para las corporaciones”

“… es el momento para ocupar las calles y decir No, nosotros no pagaremos su crisis”. Con ellos, esta escritora, conocida por su libro No Logo, considerado la biblia antiglobalización y por La Doctrina del Shock, este último donde apunta a las políticas económicas del nóbel Milton Friedman que dominan países con modelos de libre mercado, pero que según su posición, ha sido el fundamento del desastre del capitalismo y el responsable de la crisis económica mundial.

Rafael Navarro

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