¿Qué nos pasa?

 ¿Qué nos pasa?

editorialAlgo muy grave debe estar pasando de puertas para adentro en nuestros hogares, cuando las atrocidades que a diario nos toca ver y reportar van en escalada como si no hubiera retorno y los detalles de lo que los niños y jóvenes de hoy día están haciendo ponen a todos en alerta, pero pareciera que nadie hace nada.

La epidemia es mundial, podríamos decir que estamos ante una de las peores crisis humanitarias de todos los tiempos, porque el enemigo ya no viene de afuera en muchos casos, no solo vive dentro con usted, se ha criado con usted y por desgracia muchas de las victimas terminan siendo las madres que los han llevado en el vientre por 9 largos meses. Lo que puede suceder por la rabieta de un joven de hoy, nadie puede imaginárselo.

Solo por ilustrar la preocupación algunos ejemplos recientes: Una chica de padre latino y madre filipina en Texas tiene una acalorada discusión con su madre, la amenaza de que regresará a tomar venganza y cumple su promesa, mientras la mujer toma un baño, su hija de 18 años entra a la casa y luego de doblegar a su propia madre le asesta 71 puñaladas y huye del lugar.

Guadalupe Ronquillo Ovalle, otra joven madre de Texas, abre fuego contra la humanidad de su esposo Israel Álvarez y sus tres hijos en su casa del norte de Texas, antes de suicidarse.

El adolescente Adrian Navarro Canales fue arrestado en Las Vegas, tras confirmase que había sido el autor del asesinato a puñaladas de su madre y su hermano de 9 años en la ciudad de Henderson, Nevada, el mismo día que el chico celebró junto a los suyos sus 16 años.

En Forest Park, dos jóvenes tratan de robar las puertas de un vehículo y ante la frustración de no lograrlo disparan contra el adolescente de 13 años, Steven Díaz Galindo quien muere en la escena, mientras tanto dos jóvenes afroamericanos, uno de 17 y otro de 15, son encontrados culpables de haber asesinado de un tiro en la frente a un menor de origen latino de escasos 18 meses de edad al sur de Georgia.

Así mismo en Atlanta se inicia el juicio como adulta, de una chica de solo 14 años que asesinó a puñaladas a su hermanita de 9 y tres jóvenes de origen latino, uno de 18 y dos de 16 son acusados de asaltar, golpear y violar sexualmente a una mujer que recién habían conocido en un restaurante de Norcross la semana pasada.

Eso sin contar las atrocidades que reportan los medios de otras latitudes, como el caso de una chica en Colombia de solo 16 años, a quien al parecer le molestaba que un chico de 14 de su misma escuela la cortejara, y junto con su novio de 18 años contrataron a otro joven de 16, para asesinarlo propinándole 13 puñaladas mientras la chica pedía al agresor que no lo dejara vivo, según relato del propio implicado.

Y no es que los medios de comunicación queramos ser profetas del desastre o simplemente demos a conocer las mal llamadas “notas amarillas” o de “crónica roja”, es que tampoco nos podemos sustraer de la grave crisis que afronta la familia, la célula de la sociedad, el núcleo de las naciones y los pueblos, lo que sucede de puertas para adentro en nuestras casas debe ser desastroso, cuando no hay el mínimo respeto por nadie, no existe el principio de la obediencia y las consecuencias están a la vista.

Pareciera exagerado advertir que de la misma forma como vemos a muchos padres de familia entrar a un determinado almacén y mientras ellos hablan por teléfono o esculcan donde les da la gana, sus hijos de escasos años de edad desbaratan la tienda sin que ellos se inmuten o por lo menos traten de corregirlos, de esa misma manera está pasando en sus hogares y nadie dice ni hace nada.

Niños mal criados, sin orden, sin ley, sin principios, absorbiendo lo malo de la televisión y lo perverso de los videojuegos; padres sin ningún tipo de responsabilidad frente a su deber de guías de las futuras generaciones, viviendo en el alcohol o las drogas, dando todos esos ejemplos a sus pequeños. Viéndolo así, poco podemos esperar.

Pero no se trata de hacer un mapa apocalíptico y echarle sal a las heridas, se trata de que entre todos desde nuestras posiciones tomemos cartas en el asunto: Las iglesias como guardianas de la moral; las escuelas como apoyo en la formación de los niños; las organizaciones como soporte de la sociedad en que vivimos, pero antes que nada los padres.

Nadie tiene que haber ido a la “Escuela de Padres de Harvard” para darle un buen ejemplo a sus hijos y para corregirlos desde pequeños, enseñándoles principios y valores, respeto y obediencia, esa no es responsabilidad de los maestros, de la comunidad, de los pastores o guías espirituales y menos de la policía… eso debe empezar en casa, hoy!

Rafael Navarro

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