El gran trono blanco

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Apocalipsis 20:15; 21:27.

Cuál es ese gran trono blanco del que habla el Apocalipsis? Es el tribunal de Dios para el juicio final. Allí comparecerán todos los que no aceptaron la gracia de Dios. No faltará ni uno, grande o pequeño. Los que hayan blasfemado contra Dios y negado su existencia estarán allí, en posición de acusados. Estarán allí tanto los grandes, esas personas que hicieron temblar al mundo y recibieron homenajes de multitudes, como pequeños, si rechazaron el Evangelio.

Los grandes son mencionados en primer lugar. Muy a menudo la justicia humana es indulgente o impotente contra ellos. Pero la justicia de Dios juzgará a todos los hombres sin parcialidad y no aceptará ninguna excusa por el mal cometido.

Se abrirán unos libros, pero no libros humanos, sino el registro divino imborrable de todos los actos cometidos por los hombres.
Fácilmente nos imaginamos que nuestras faltas desaparecerán con el tiempo. ¡Desengañémonos, pues ese día todo saldrá a la luz! ¡Nadie podrá protestar por los hechos imputados! No será necesario que un fiscal apoye la acusación.

El juicio será inapelable. Cada uno estará ante la realidad de lo que haya hecho. Los que rechazaron a Jesús, el Salvador, se encontrarán ante él como Juez. Ahora aún es tiempo de creer, y decir: «Señor Jesús, tal como soy, sin nada en mí, voy a ti».

El Señor Jesús dijo: El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación (Juan 5:24).

¿Hay una forma de escapar?

La Biblia es muy clara: ante el tribunal de Dios todo hombre será juzgado según lo que haya hecho en su vida. ¿Hay alguna forma de escapar a la condenación? Sí, recibir hoy a Jesucristo como Salvador; de este modo su nombre estará inscrito en el Libro de la vida.

Por el contrario, cuando se celebre el juicio final, será demasiado tarde. El Libro de la vida será abierto, y se constatará que los que son juzgados no se hallan inscritos en él.
La justicia de Dios se rodea de todas las garantías, pues la condenación será pronunciada sobre dos testimonios inapelables:

Por una parte, la presencia de obras malas, es decir, todas las acciones de los hombres registradas en los libros.
Por otra parte, la ausencia del nombre del culpable en el Libro de la vida.

Para estar un día en el cielo es imprescindible estar inscrito en el Libro de la vida. Si no… ¡Cuán terrible es pensar en ser juzgado según sus obras! Incluso nuestras mejores acciones tienen alguna mancha a los ojos de Dios, quien lee en nuestros corazones.

A nuestros actos muchas veces les agregamos sentimientos poco nobles, por ejemplo el deseo de aparentar, el orgullo.

Por lo tanto, no dudemos en ir a Dios para obtener su perdón. Él dio a Jesús, “su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna El que en él cree, no es condenado (Juan 3:16- 18).

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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