Imaginación sin límites

 Imaginación sin límites

editorialDe Daniel Salter, pudiera uno decir es ese tipo de hombres que se la saben todas, por eso no deja de ser notable verlo visiblemente asombrado por el descubrimiento que sus hombres hicieron la semana pasada, cuando en medio de un cargamento de galletas y golosinas hallaron droga procedente de México.

Salter es el jefe de la oficina de la Agencia Antidrogas en Atlanta, y su trabajo lo ha llevado por Colombia, donde dice ayudó a perseguir al temido Cartel de Medellín en sus mejores épocas; también fue funcionario del gobierno de su país en Perú, Bolivia y El Salvador, ahora más relajado pero no menos preocupado, labora desde esta ciudad.

Pero lo que el jefe de la DEA quiso decirle a la comunidad latina en español, realmente era para asombrarse, sobre todo porque no vaciló aceptar la oferta de hablarles a los latinos en su idioma. Para él, el mensaje que tenía era muy importante.

“Ayúdennos denunciando todos los movimientos sospechosos que vean en sus vecindarios”, dijo Salter.

Anteriormente acababa de informar sobre la incautación de 50 kilogramos de heroína y 14 kilos de metanfetaminas, camufladas en mazapán, galletas y golosinas en empaques de “De la rosa”, una marca muy popular entre las familias mexicanas.

El peligro que advierten las autoridades no es tanto el trasiego de drogas que se ha vuelto “común” entre ambos países animado por un consumo interno que no parece frenarse nunca, y unos precios desorbitantes en los mercados clandestinos, sino las maniobras de esconder las sustancias prohibidas en lo inimaginable.

“Imagínense que esa droga llegue por error a manos de los niños”, dijo el director de la DEA. Independientemente de lo que significa para las autoridades el perseguir el delito del tráfico de drogas, el usar ciertos mecanismos para ocultar el contrabando pone en riesgo de vulnerabilidad a la comunidad en general, y ahí es donde se hace importante la colaboración ciudadana.

Usualmente los latinos decimos que no tenemos la cultura de la colaboración con las autoridades, y eso se debe a la falta de confianza que muchos de quienes dicen representarla han cosechado. La corrupción en todos los estamentos de nuestros países latinoamericanos es tal, que los peores calificados con los integrantes de los gobiernos y todos los que para el sistema presten algún servicio.

Sin embargo, se hace imprescindible que una vez aquí, donde el tema de la corrupción es menos “común” cada uno de nosotros nos convirtamos en guardianes de nuestra seguridad y la de nuestras familias, a fin de cuentas, nada de lo que dejemos de hacer será más perjudicial para los demás que para nosotros, a la postre, los afectados vamos a ser todos.

Si bien, las bandas de narcotraficantes buscan operar de la manera más oculta que puedan y sus acciones son hijas de la clandestinidad, no es menos cierto que muchas veces el descaro de las mismas llega hasta nuestros vecindarios ante la mirada absorta e indiferente de los ciudadanos de bien.

Aquí donde aún se puede confiar en el anonimato de una llamada y en la eficaz respuesta por parte de quienes ejercen la autoridad, es donde ahora estamos y es el lugar que debemos proteger para que nuestras familias y en general nuestra sociedad no termine por ser una fiel copia de la Colombia de los años ochenta o del México actual donde los carteles y las bandas criminales parecen arrebatarle todos los días un pedazo de país a la institucionalidad.

Cuando los narcotraficantes utilizan métodos que ponen en peligro nuestra integridad, eso nos muestra que su total falta de conciencia no mide riesgos y antepone todo su interés mezquino al del dinero mal habido y sus ansias de subvertir a toda costa y por todos los medios el orden y las instituciones, por lo tanto, se convierten en unos claros enemigos de la sociedad y como tales, debemos verlos todos.

A Atlanta la han venido invadiendo los traficantes de drogas, principalmente los carteles mexicanos; los traficantes de personas y proxenetas, y por desgracia unos y otros tienen muchas relaciones entre sí, pero la comunidad de gente de bien e individuos que no negocian sus principios es muy fuerte aun, y a esos es a quienes se refería Salter, el jefe de la DEA en Atlanta, cuando hizo un llamado a estar alertas y a denunciar a los que delinquen y ponen en riesgo a nuestra comunidad.

Rafael Navarro

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