Siembra vientos…

 Siembra vientos…

editorialPudiéramos salir a condenar a Dylann Roof tras haber sido acusado de matar a nueve feligreses negros en una iglesia de Carolina del Sur el pasado 18 de junio, tras conocerse además una serie de fotografías y mensajes explícitos en los cuales el factor racial pareciera haber jugado un papel importante, tratándose de un chico “blanco” que de manera abierta se siente amenazado por la comunidad de raza negra.

Roof, quien no es ni será, ni el primer, ni el último americano en salir un día armado a matar gente por deporte, protagoniza apenas el más reciente incidente, no sabemos si mientras este periódico va a la imprenta y regresa tendremos otro caso similar, tratándose ésta de una sociedad enferma, desprendida de casi todos los valores y azuzada constantemente por mensajes erróneos que envían a diario nuestros políticos desde las legislaturas estatales, y por qué no, desde los estrados federales y ahora desde sus trincheras de campañas presidenciales.

Salir a condenar a Roof, es fácil, lo difícil ya lo hicieron los familiares de sus víctimas quienes no solo asumieron el perdón como parte del proceso de sanación y resignación, sino como alternativa al odio que no podrá nunca ser vencido con sus mismas fórmulas como muchos pretenden, sin embargo, en el plano social, la brecha no se cierra con el mero acto del perdón.

A comienzos de año, el Southern Poverty Law Center, publicó su informe anual sobre el comportamiento de los grupos de odio en el país, y aunque advierte que se han reducido en un 17%, señalan que esa cifra pudiera no ser real, porque ahora estas organizaciones se saben esconder a través de grupos y páginas en internet, y justamente a través de este mecanismo, Roff no solo había expresado su intención de cometer la masacre, sino de comenzar ese “gran movimiento” de reivindicación de su raza blanca por encima de las inferiores, pensamiento que desde sus sótanos vacios comparten sin duda muchos de nuestros políticos y dirigentes “caucásicos”

Dice el Southern Poverty Law Center, que en estados Unidos operan 784 grupos de odio reconocidos, de los cuales, 28 están ubicados en Georgia, 18 en Alabama, 29 en Tennessee, 22 en Misisipi, 19 en Carolina del Sur, 24 en Carolina del Norte y al menos 50 en Florida.

Los grupos neonazis se han duplicado desde la llegada de Obama al poder advierte el informe, y eso no es casualidad, ya que seguimos viendo como en nuestro estado el temido Ku Klux Klan, se ha fortalecido en los últimos años y se ha extendido por otros estados del sur, donde prácticamente había desaparecido, como innegable señal de que, los discursos de odio están calando hondo en los oídos, en las mentes y en las conciencias de nuestra gente y en especial de nuestra juventud muchas veces perturbada por otros factores sociales, siquiátricos y sicológicos.

Lo que hemos visto de Roof en los últimos días es inquietante, porque a la vista de muchos gritó y expresó siempre lo que llevaba por dentro y lo que era capaz de hacer, basta con ver sus fotos en las redes sociales, donde aparece al lado de símbolos del racismo y la esclavitud en Estados Unidos, como la bandera confederada, muy arraigada en el corazón de los supremacistas y que aun sigue hondeando en la sede de gobierno del pueblo donde se ha dado la más reciente masacre, porque a pesar del dolor y la indignación, sigue prevaleciendo la terquedad política y antes que ello, la egolatría racista de muchos de nuestros “anglosajones” gobernantes.

Recientemente Jim Cooley llegó el aeropuerto de Atlanta, con un fusil AR-15 cargado, y lo más asombroso es que su acto fue completamente legal, gracias a que en el 2014, la ley HB- 512 Safe Carry Protection Act permitió a las personas cargar libremente un rifle en este tipo de lugares, “mientras no atenten contra la seguridad” y es probable que veamos escenas como éstas en iglesias y colegios, añadiendo más tensión en una sociedad de por sí socavada por la inversión de sus valores y predisposición a ver en las armas una tabla de salvación que no es más que un espejismo que trae millonarias ganancias a los productores de las mismas y dolor miles de familias inocentes cada año.

Por eso Roof, no es más que otro desenfrenado chico producto de las circunstancias y sus víctimas las nuevas estadísticas de lo que ya se vuelve normal, cuando nuestros dirigentes no hacen sino sembrar a diario percepciones erróneas acerca de nuestra seguridad y del rumbo de la nación “más poderosa del mundo”.

Rafael Navarro

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