La persistencia tiene su recompensa, Martha Toribio

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Por Sebastián L. de Emprendedores Latinos USA

Había una vez una persona con una buena idea. Luchó y luchó para ponerla en práctica, enfrentó grandes dificultades iniciales, debió cambiar estrategias y hacer compromisos, pero al cabo del tiempo fue recompensada con el éxito. Es la fórmula que suelen seguir los artículos sobre emprendedores.

En este caso la fórmula es inversa: se trata de ver que incluso cuando el éxito inicial está garantizado, aún se necesita coraje, tesón y claridad para enfrentar las dificultades; que la lucha nunca termina y que la estrategia, el sacrificio y la pasión son siempre necesarias para quien quiere dedicarse a mantener vivo el sueño del negocio propio.

Una historia de éxito

Martha Toribio es la dueña de Los Rayos, la taquería más antigua y tradicional de Atlanta. A diferencia de otros emprendedores, Martha no debió afrontar el choque cultural de habituarse a la vida en los Estados Unidos, ya que llegó aquí, desde su México natal, con apenas cinco años; ni las asperezas de un territorio nuevo, ya que sus padres eran propietarios de varios restaurantes; ni el período inicial de escasez, ya que el negocio, que estableció con su marido allá por 1994, fue viento en popa desde el inicio.

Sin embargo, su historia sirve para mostrar que aun en esas circunstancias, el camino del emprendedor es arduo y requiere un compromiso permanente y no perder de vista el objetivo y la pasión.

En más de dos décadas al frente del local (unos quince años en su ubicación original y siete en la actual, sobre la Buford Highway), Toribio debió hacer del negocio el centro de su vida y sortear los desafíos que los cambios de circunstancias le presentaban.

En Los Rayos, el comensal puede encontrar tacos al estilo de Jalisco, de donde son oriundos los Toribio: grandes, con doble tortilla, muy diferentes de los típicos del DF o de las versiones tex-mex que abundan por todas partes. Por eso, tal vez, buena parte de los clientes son mexicanos.

“Al principio”, cuenta, “no teníamos competencia, porque la nuestra fue la primera taquería de Atlanta. Llegamos a tener ocho restaurantes. Ahora hay mucha competencia y hay que saber mantenerse a flote. En aquellos tiempos llegamos a tener mucho dinero; hoy no me falta, pero tampoco vivo en la abundancia.”

En la marcha del sueño de Martha también aparecieron los tumbos de la vida personal. Ella y su marido, con quien se casó en 1985, acabaron por divorciarse en 1999; Martha se quedó con la taquería (dos locales) y con sus dos hijas, que por entonces tenían cuatro y nueve años de edad (la mayor tiene hoy 26).

Los ingresos del negocio le permitieron mantenerlas a ambas y pagarles los estudios, pero debía lidiar con los tiempos para poder hacerse cargo de ellas: “tenía que recoger a una en el daycare y a la otra en la escuela, luego ir de una taquería a la otra”, recuerda.

Combinar vida familiar y negocios

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Los tiempos ya eran complicados cuando estaba en pareja. “Tener tu propio restaurante te impone un horario pesadísimo, que termina por afectar tu vida personal”, evalúa hoy. “Con mi marido estábamos todo el día en el local, casi no nos veíamos; sólo teníamos libres los domingos. Es una de las razones de que hayamos tenido que separarnos.”

Y recién ahora, a punto de cumplir los cincuenta, Martha ha podido bajar un poco el ritmo. “Estoy tranquila y en paz porque ya no me mato tanto”, dice. “Pero el que quiera tener un negocio como éste tiene que saber que va a tener que dedicarle mucho tiempo, esfuerzo y atención, y estar siempre disponible, a veces para atender situaciones ridículas.”

Lo que le permite a Martha estar un poco más relajada ahora, aparte del hecho de que sus hijas ya son grandes, es que ha encontrado las personas indicadas para acompañarla en su emprendimiento.
“Tengo un buen manager y buen personal; por eso estoy más tranquila”, dice.

Una lección útil para quien quiera tener su propio negocio: siempre hay que apoyarse en personas de confianza, destaca.
Y no sólo eso: también en las experiencias e historias de otras personas que emprendieron sus propios proyectos.

“A poco de divorciarme participé en todas las galas y encuentros que pude, para interactuar y hacer saber que el negocio estaba en pie, que yo estaba aún a cargo de la taquería; pero ahora lo sigo haciendo, porque en cada encuentro yo aprendo algo”, dice. Se refiere a los organizados por Emprendedores Latinos, justamente, para facilitar el intercambio de contactos y experiencias entre personas que han iniciado sus proyectos en los Estados Unidos.

Un negocio que marca la diferencia

Martha comparte algunas particularidades de su emprendimiento. “Nunca he vendido cerveza ni margaritas ni otras bebidas alcohólicas. Ahí es donde se hace dinero, pero también trae problemas”, dice. En cambio, cree que la clave del éxito de Los Rayos son las salsas, que elaboró inicialmente un chef y a las que luego ella les dio su toque personal, cambiando especias y proporciones.

“Ahora hay una taquería en cada esquina: hasta los chinos abren taquerías. Pero también son muchos los negocios que fracasan y cierran al poco tiempo de abrir. Muchos emprendedores creen que con sólo abrir las puertas, la gente va a entrar a raudales. Y no es así”, advierte.

“Siempre hay que pelear por lo que es de uno. Siempre.”

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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