Obama: Un pésimo legado para los inmigrantes

 Obama: Un pésimo legado para los inmigrantes

Obama lo sabe y en su momento muchas organizaciones se encargaron de dejárselo saber, su legado con relación a la comunidad inmigrante a la cual le había prometido una reforma migratoria en sus primeros cien días de su primer periodo fue una farsa, una mentira y una bofetada que muchos tardarán en olvidar, sabiendo que el primer presidente negro en la historia del país, resultó ser, –al menos para los esperanzados—una moneda de cuero.

Una moneda que no tiene ningún valor a la hora de definir la seriedad con que debió tratar a una buena parte de sus electores, muchos de los cuales, incluso en las elecciones pasadas tras el derrumbe demócrata, poco fue lo que llegaron a creer en la misma promesa ahora de boca de la candidata Clinton.

Lo que sí hizo Obama, en vez de cumplir con la promesa, especialmente a los latinos, fue justamente lo contrario. Devastar comunidades, destruir familias, dejar hijos “huérfanos”, hombres y mujeres “viudos” y una estela de dolor y sufrimiento que terminó por llevarse entre sus fauces, a casi 3 millones indocumentados deportados a sus países de origen.

Obama hubiera podido hacer más y no le dio la gana. Durante el primer año tuvo tanto el senado como a la cámara a su favor y poco le importó, algunos dicen que por cálculo político, otros, porque su intención nunca fue favorecer un camino a la reforma de las leyes migratorias, por el contrario, irse como lo hizo con toda su ira contra personas cuyo único delito había sido, venirse a este país a ofrecer su mano de obra para no morirse de hambre en el suyo.

Sus acciones ejecutivas que seguramente la próxima semana ya no existan por cuenta del nuevo presidente, no fueron sino estrategias desesperadas para su reelección, y aunque le sirvieron a casi un millón de jóvenes para salir de las sombras, no es menos cierto que representan muy poco para todo lo que la comunidad inmigrante le apoyó hasta casi el final de su mandato.

Obama se va de la Casa Blanca, con todo y eso, siendo un presidente “popular” porque a muchos le gusta su hablar bonito y esperanzador, que cual canto de serpiente tiene el poder de encantar aunque en el fondo sus logros resulten lánguidos, desde el punto de vista migratorio, tema que ha sido y seguirá siendo neurálgico para los extranjeros que no olvidan y defienden sus raíces.

En el tema de la salud, en el que nuestra comunidad se vio de alguna manera beneficiada, el panorama casi que es igual.

Con una reforma al sistema sanitario que primero fue ambicioso y luego fue traumático para muchos, lo que quedará ahora que los republicanos decidan desmontarlo para no dejar huellas del negro por la Casa Blanca, serán alrededor de entre 18 y 32 millones de personas sin cobertura médica, o en el peor de los casos a merced de las avaras compañías de seguros como lo era antes.

Obama fue tan mal negociador con los legisladores republicanos que siempre lo odiaron, que al momento de aprobar el famoso Obamacare, lo que éste era, no representaba más que una colcha de retazos, con lo que se volvió casi ineficiente, de poca confiabilidad y en algunos casos, más costoso que los seguros convencionales.

Los más de11, 15 o 20 millones de indocumentados que rondan en todo el país, no dejarán sin duda de recordar a Obama, como “el deportador en jefe”, un título que se ganó a pulso y que será difícil para otros presidentes superar, a no ser que el nuevo presidente, cumpla con su promesa de mandarlos a todos de vuelta para sus casas.

Editor

Rafael Navarro, es Comunicador Social- Periodista de origen colombiano, ha trabajado por más de 30 años en medios de comunicación en español, tanto en Colombia como en Estados Unidos, en la actualidad es editor del periódico El Nuevo Georgia.

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